PRIMER TREINTA AÑOS DE UNA AVENTURA EN ARICAGUA
(Discurso pronunciado en la plaza de Aricagua con motivo de otorgarles condecoraciones a
los pioneros de la carretera hace treinta años)
Por una
gentileza de la Asamblea Legislativa del Estado Mérida, manifestada por el
Diputado Ignacio Paredes, (mi antiguo monaguillo) nativo de este pueblo de Aricagua, debo
hacer el recuento histórico de una fecha en la cual fui protagonista hace
treinta años.
Con el
esfuerzo mancomunado de este pueblo en lo que se ha llamado las cayapas, se
logró traer un jeep para abrir el camino carretero entre la capital merideña y
este pueblo de la montaña adentro. Precedidos por los ejemplos de otros
párrocos y pueblos del Sur en esta empresas comunitarias, al heroísmo de
quienes lucharon por el progreso y bienestar de sus habitantes.
En un día
como hoy a las dos de la madrugada hace treinta años rugía por primera vez el
motor de un jeep entre las montañas de Aricagua.
Fue un
día histórico entre los anales de esta población como lo fueron las fechas de
las batallas independentistas en otras poblaciones venezolanas.
Aquí se
dio la batalla en contra de las barreras de la naturaleza. “Si la naturaleza se
opone, lucharemos contra ella y la venceremos” había dicho Simón Bolívar y así
sucedió en febrero de 1960 con los pobladores Aricagueros.
Cuando el
candidato Rómulo Betancourt arengaba a los merideños en la campaña del 58, le y
preguntaron en Estanques, ¿cuál seria la
solución para la carretera de los Pueblos del Sur?
él
contesto “Le es más económico al país reubicar esos pueblos que hacerles
carreteras.”
El éxodo
rural no se ha esperado y por ellos las barriadas de Mérida y Ejido están
compuestas de aluviones de sureños en busca de mejores condiciones de vida.
No solo
las dificultades geográficas, ecológicas, ambientales, sino también las
políticas y sociales habían que vencer en esta batalla para abrir los caminos
carreteras de lo Pueblos del Sur.
Solo la
dignidad del hombre y los derechos como venezolanos a poseer mejores
condiciones de vida podrían mover los
poderes públicos para interesarse por estos pueblos como lo entendieran los
socialcristianos del tiempo del Presidente Rafael Caldera, cuando trajeron la
electrificación en contra de la oposición que vociferaba que no se justificaba
porque ni en doscientos años podrían pagarla.
El camino carretera de Aricagua fue una aventura en contra de todos los obstáculos y con solo
la fuerza de la comunidad. Seis meses antes, durante el verano se formaron
cuadrillas con los jefes de Aldeas a la cabeza para limpiar el viejo camino de Aricagua a Mucutuy.
Impulsados
por el patriotismo como los lanceros de Páez en los días terribles de los
Llanos, con los instrumentos de trabajo, sin pago y con el propio avio de su
casa, salieron a trabajar todos los campesinos para en esa batalla liberarse
del aislamiento, independizarse de la esclavitud del olvido y romper las
cadenas de la distancia.
La tradición Aricaguera ha narrado de padres a hijos fechas como la liberación bíblica del pueblo israelita. Los nombres de los promotores, los acontecimientos felices y los detalles de la jornada han quedado en el acervo histórico de las familias de Aricagua y algún hijo escritor las ha reseñado en algún folleto de publicación oficial.
Marcó
pauta aquella ocasión para encontrarse toda la población de Aricagua en el
trabajo de la selva de Mucomboco, donde más de doscientos hacheros y macheteros abrieron paso a
Mucutuy. Los
arreos de mulas de todos los hacendados trasladaron colaboración de los campos
para mantener las energías de los jóvenes y viejos que unían esfuerzos para una
empresa de titanes. Fecha histórica por la unidad, fecha histórica por la meta
obtenida, fecha histórica por el camino abierto.
LAS CAYAPAS.- Instrumento Comunitario.
Era la
moda en aquel entonces hacer cayapas para un trabajo comunitario. Se hacia
cayapa pata recoger el café, cuando presionaba la abundante cosecha. Se hacia
cayapa para limpiar el camino cuando venia el Obispo o una alta autoridad
civil. Se hacían cayapas para las emergencias.
Fue una
gran cayapa de toda la región la que se organizó para trasladar el jeep desde Mucutuy a Aricagua. Gente a
caballo, gente a pie, gente del pueblo, gente del campo, gente joven, gente
mayor, gente con dinero, gente que sobre
todo querían participar de esa ilusión que se había creado durante casi un año
de preparación.
Tenia
fresca la doctrina social de la iglesia inculcada por el Padre Manuel Aguirre
en las clases de sociología; el mismo que fomentara en Caracas los círculos
obreros y sembrara la democracia cristiana en sus fundadores.
Estaba
fresco el espíritu del 23 de enero y llegaba hasta mi primera parroquia con
todo el fervor patriótico de los jóvenes del primer 12 de febrero celebrado en
democracia allá en La Victoria. Me entrenaba en Aricagua como párroco de una jurisdicción que
comprendía El Morro y Acequias, tres municipios a ochenta kilómetros de la
capital. Era el tiempo
de la
preparación
al Concilio con el Papa Juan XXIII y de su encíclica “Mater et Magistra” sobre
la vida rural.
Todo ello
confluía a mantener un apostolado acorde a los signos de los tiempos, al agoiornamiento. Después
de cada misa dominical, en las reuniones de la liga agraria, la cooperativa de
ahorro, de la Legión de María o en las charlas particulares afloraba siempre el
deseo de abrir el camino carretero hacia Aricagua.
Se
aducían muchas razones fuera de la distancia, como eran los precios de los
productos traídos en mulas de carga. Una paca de cemento en Ejido costaba Bs. 5
y el transporte a Aricagua valía Bs. 20. El café que se llevaba a Ejido tardaba una
semana y tenia un precio irrisorio. La mayor parte de los productos no se podían exportar hacia
la capital por las dificultades de trasporte.
El camino
de recuas era la única vía de comunicación por donde llegaba la correspondencia
bien distanciada, porque un teléfono que instalo el P. Dávila sucumbió por
falta de mantenimiento.
Los
recursos médicos y todo lo que significaba elemento de progreso para la
población se hacia imposible por la distancia.
LOS HEROES DE LA MONTAÑA
Aricagua era el único pueblo que no había abierto camino carretero y la presión de los otros pueblos se sentía en la ilusión de sus habitantes.
La
historia de los caminos carreteros de los Pueblos del Sur comenzó por Guaraque con el
P. Vicente Alarcón. Había hecho una prueba de movilización cuando llevó 500
jinetes a Tovar para encontrarse con el candidato Rafael Caldera, quien solo le
dió aliento
porque fueron los propios Guaraqueros quienes subieron el jeep por la cuesta de
San Francisco. Luego vendría Canaguá con Eustaquio Rivas, Crescencio Parra en Mucutuy y Mucuchachi.,Alejandro Arias en
Pueblo Nuevo y Boanerges Uzcategui en El Morro. Me correspondió el honor de clausurar esta odisea
clerical con las carreteras de Acequias Aricagua.
Héroes de
la montaña son estos Sacerdotes como entonces el Padre Adonay Noguera. Me
correspondió acompañar en su última visita pastoral a los Pueblos del Sur al
que luego fue Arzobispo de Caracas y primer Cardenal de Venezuela y quien me
diera la ordenación sacerdotal en 1958 cuando comenzaba la democracia
Venezolana.
Al
cumplir su primer año de gobierno democrático el Presidente Don Rómulo
Betancourt llegábamos con el primer jeep de Aricagua y con toda la euforia del caso en el
medio de la plaza redactamos encima del vehiculo un telegrama donde le felicitábamos y
le notificábamos la aventura de este pueblo de Aricagua pidiéndole su ayuda.
La
respuesta fue pronta y positiva porque el Gobernador Calos Febres Poveda, de
inmediato puso a la orden cinco cuadrillas de obreros para el mantenimiento de
la vía, que se seleccionaron de los voluntarios que había colaborado.
Con este
aporte seguro durante un año se interesaron varias personas de la localidad en
comprar su propio vehículo, como fueron Don Blas Paredes y Don Pedro Andrade,
para cambiar sus arreos de mulas. De esta forma se aseguró la permanencia de la
vía entre Aricagua y
Mérida.
En tiempo
de verano parecía normal el transporte y empezaron a llegar vehículos de otras
poblaciones. El invierno que siempre ha sido muy duro en estas zonas fue
deteriorando la vía de Mucutuy y se decidieron los habitantes en ir mejorando el viejo camino
del Morro a pesar de todos los inconvenientes. Aquí empezaron a mostrarse los
líderes y héroes anónimos de todas las aldeas.
UN CARNAVAL EXTRAORDINARIO
Demetrio
Salcedo, un timotero sobrino
de Mariano Salcedo quien había conducido el jeep en las aventuras de El Morro,
fue conductor del jeep hacia Aricagua.
Dos días
y dos noches desde Mucutuy hasta Aricagua en la víspera del carnaval. Viernes y sábado en plena faena
para conducir y otros casi cargados por aquellos fangales de Mucomboco.
Al
amanecer el domingo se confundió la luz del sol con la luz del jeep.
La
gritería de los cayaperos se confundía con el bramido del carruaje. Los vecinos
del pueblo despertaron sobresaltados por aquel estruendo humano-mecánico. Noguera
que en sus cuarenta años de Párroco en todos los Pueblos del Sur abrió caminos,
sembró Templos y Capillas, repartió medicinas y enlazó a Barinas con la
Cordillera por los lados de Caparo cuyo municipio lleva hoy merecidamente su nombre.
Regía la
arquidiócesis Mons. Acacio Chacón , quien la recorriera a lomo de bestia veinte
veces y en su nombre diez veces el Arzobispo coadjutor Mons. Humberto Quintero.
Ambos estimularon la acción social de sus Sacerdotes en estos pueblos
apoyándolos decididamente ante las
autoridades y dejando constancia ante el pueblo y la historia de su respaldo
apostólico.
Mucha
gente nunca había visto un vehículo a motor y por ello se crearon en la
población muchos cuentos y chistes del humor casero.
El bobo
del pueblo vino con una brazada de pasto para el jeep; un criado ingenuo
preguntó el precio de una cría y no faltó quien ofreciera comprar la hembra para acompañarlo.
En la
plaza del pueblo hubo misa solemne aquel domingo frente al jeep que todos los
niños querían tocar, mirar y revisar sin saber lo que el Sacerdote hablaba
hasta cuando lo oyeron que el lunes y martes de carnaval habría fiesta popular
con reina, bailes, piñatas y muchos caramelos.
Las
hermanitas Toro fueron la reina y acompañantes en el improvisado Carnaval. El
desfile de las doncellas se realizó por supuesto en jeep y los bailes populares
al rededor del jeep. Todos los conjuntos de los campos se turnaron los tres
días de fiesta. Hubo pólvora a granel; sancochos y por supuesto el Sr. Jefe
Civil se hizo la vista gorda en la venta de licores. No hubo nada que lamentar,
sino mucho que comentar en esa grandiosa tertulia.
El
carnaval aricaguero del jeep
terminó cristianamente con el miércoles de ceniza pero en fiesta patronal al
Santo Cristo. Muchos campesinos habían hecho promesas al Santo Cristo para que
la carretera se hiciera, para que el padrecito Moreno trajera el jeep, para que
no lloviera en la travesía, para que no fuera a tener percance. Todo fue oído
por el patrono del pueblo el Santo Cristo de Aricagua. No hubo percances, no llovió, se
trajo el jeep y se abrió la carretera. Ahora había que cumplirle al Cristo como
El nos había cumplido. La fiesta patronal resultó una gran explosión de fe
popular dando un ejemplo con los sacramentos de confesión y comunión y muchos
como en las misiones prepararon su santificación de hogar. Se dio gracias al
Santo Cristo como cuando salvó a Aricagua de la crecida del río, se agradeció
profundamente al Santo Cristo como en los días de los temblores que
amenazara hundir el pueblo. Esta imagen
del Santo Cristo ha sido protagonista de los grandes acontecimientos del pueblo
como de los días rutinarios. Una imagen sin origen conocido , con rasgos
fuertes de arte indio, color muy natural y de grandes proporciones. Una imagen
que solo sale el día de la fiesta patronal y en las ocasiones extraordinarias
como en esta de la llegada del jeep para agradecerle y pedirle la conservación
del camino carretero, la protección de esta vía, de sus usuarios. La fe y la
fuerza irían unidos en adelante para continuar y mantener una obra que era de
todos. La fe mueve montañas y así sucedió en Aricagua con la apertura de la carretera.
LA DEMOCRACIA CORRUPTA
Después
de treinta años, que son los mismos de la actual democracia. la carretera ha
cambiado muy poco, como el pueblo venezolano. Apenas algunos arreglos, cambios
de dirección, ampliaciones y uno que otro puente; como el pueblo venezolano
apenas algunos paliativos, cambios de gobiernos y la misma angustia. Se han
erogado grandes cantidades en maquinas que solo han permitido pequeñas
modificaciones, pero una obra en grande no se ha hecho.
En los
Pueblos del Sur hay muchas historias grandes y pequeñas de las maquinas y
maquinistas que envían los gobiernos. En ellos se puede palpar la forma
corrupta de nuestra democracia venezolana.
En la
época electoral los líderes pueblerinos prometen villas y castillos que luego
no aparecen en la realidad. En esos tiempos es cuando dan algunas cuadrillas de
obreros o alguna maquina para la carretera. Pero al llegar la maquina empieza
la historia. Hay una euforia al principio, una esperanza y por supuesto la
gentileza y bondad de los vecinos colman al maquinista de atenciones, regalos,
facilidades para su permanencia. Luego viene la decepción. El maquinista
empieza su horario y su permisología. Llega el lunes tarde, el martes se ocupa de chequear y
calentar la maquina y atender sus invitaciones, trabaja miércoles y el jueves
debe irse para cobrar el viernes. Total un día escaso de trabajo. Muy pronto la
máquina se daña, pierde una pieza, no hay mecánico y el maquinista se retira
varias semanas hasta que logra arreglarla con esfuerzos inauditos que la
comunidad muchas veces tiene que hacer gastos que no le corresponde. Cuando
tiene suerte la comunidad y no hay mal tiempo y logra retener al maquinista se
puede arreglar un paso difícil.
Lo normal
es que la máquina permanezca meses inutilizada mientras el maquinista disfruta
de su sueldo sin trabajar. Los Pueblos del Sur tiene en sus caminos máquinas
inutilizadas de todas las formas; como la ultima rodada por un barranco y la
que tiene meses en una quebrada o la que cubre el monte ya oxidada.
Con
millones perdidos en esta forma ya los Pueblos del Sur tendrían autopistas de
varios canales. Puedo darles una prueba reciente en mi parroquia. Hay una
comunidad llamada las Mesitas que dista dos kilómetros de la Avenida Centenario
de Ejido. Se obtuvo del gobierno una máquina nueva para acondicionar el camino
en carretera. Calculé que con aquellas máquinas el trabajo seria de unos dos
días lo máximo, poniendo un día por kilómetro, dado las facilidades
LOS CURITAS DEL GOBERNADOR
En dos
frentes abrí operaciones a la vez para la apertura de las vías hacia Aricagua y hacia
Acequias. La de Aricagua se organizó en cayapas de voluntarios desde Mucutuy donde
acababa de realizar esta proeza el presbítero Crescencio Parra. Después de un
año de trabajo de todas las aldeas se llevó el jeep el 17 de febrero de 1960.
Ello me abrió las puertas del gobierno de la Guanábana presidido por nuestro
buen amigo el Doctor Carlos Febres Poveda,
quien no dudó un solo momento para prestar todo su apoyo al proyecto de
la carretera Acequias. Allí también se trabajó en convite pero pagos por la
gobernación del estado Mérida y con obreros de Acequias.
El ingeniero Luzardo, director de obras
públicas estadales, miró el trazado de los campesinos y con su sonrisa irónica
y la mano en la boca asintió dudoso de aquel proyecto y con un alza de hombro
extrajo el presupuesto.
La víspera de las fiesta, el 13 de junio, hubo una gran crecida
de río y por mas que se dejaron pasar unas cuantas horas, al meternos al río se
apagó el jeep nos arrastró y se quedó clavado en la arena. Me acompañaba el
Pbro. Alfonso Rojas nativo de Acequias,
tuvo a su cargo la fiesta de El Patrón, mientras yo trataba con los
obreros de salvar el jeep con cuerdas y palos, no pudimos llegar en esa ocasión
y tuvimos que posponerlo para el otro período de fiestas de Acequias o sea para
los reyes de 1961. Entre tanto se mejoró el camino, se rectificaron curvas y se
mejoró el tiempo de verano cuando el río pasa en su mínimo caudal. La entrada
fue apoteósica presidida por hombres de a caballo, niños colgados del jeep; en
la población la escuela las autoridades y el pueblo entero esperaban la solemne
ocasión de ver de cerca aquella máquina mientras transcurrieron los discursos,
las arengas y las felicitaciones; un niñito gritó a todo pulmón “miren el jeep
está haciendo pipi”, todos voltearon para ver la ocurrencia del niño que no
acertaba al saber el desahogo del radiador por el recalentamiento del motor.
En la
primera reunión de gobernadores de ese año, el Doctor Carlos Febres Poveda, contaba
al presidente Rómulo Betancourt las hazañas de los curitas merideños en los
Pueblos del Sur y el presidente con su voz gangosa le dice al gobernador
merideño: “MANDEME UNOS CUANTOS CURITAS DE ESOS PARA PONERLOS A TRABAJAR EN LOS
MINISTERIOS”.
Todos los
hombre de Acequias fueron a echar pico y pala, acomodar piedras en los muros y
a reventar inmensas rocas para despejar la vía, también las mujeres pernoctaron para los menesteres de la
comida pues no se podía perder tiempo y hasta los niños hacían de mandaderos al
pueblo para mantener la comunicación y el bastimento.
Nos
propusimos llegar con el jeep en las fiestas de San Antonio del año 1960, a los
seis meses de la odisea de Aricagua, pero un incidente del río Nuestra Señora nos impidió nuestra aventura
. LA FE MUEVE MONTAÑAS
En una
conversación con Don Pablo, el eterno juez de Acequias, me contaba entre
escupitajos de chimó la traída del jeep a Acequias y remataba diciendo: “Mi
padre la fe mueve montañas”. Con toda seguridad que así es y así fue la obra de
los caminos carreteros de los Pueblos del Sur. Una fe a toda prueba de sus
habitantes en la persona del sacerdote en su propia capacidad de organización
como pueblo disciplinado y servicial.
Una fe en
la doctrina social de la iglesia que se practica en su propia realidad.
En ese
año se celebraba los cien años de la encíclica “RERUM NOVARUM” del Papa León
XIII, inicio de la doctrina social de la iglesia en forma estructurada. La fe
de esa doctrina que es el mismo evangelio de Jesús actualizado ha llevado a
muchos hombres a luchar por la justicia social en los diversos campos. Desde
los campos internacionales hasta los rurales en sus diversas facetas del
convivir humano. La iglesia propone una doctrina robusta y clara para todos los
problemas. Se preocupa por el bienestar del obrero, su trabajo, su familia, su
vivienda, su movilización. Se preocupa por la propiedad privada, por los medios
de producción, por el capital, el ahorro, el salario, todo ello a su debido
tiempo y dando la respuesta actualizada. Desde 1901 los diferentes Pontífices
de la iglesia fueron conmemorando esta encíclica con nuevos aportes como la Qudragesimo Anno, la
Mater et Magistra de Juan
XXIII. La Populorum Progresium de Pablo
VI o La Laboren Exercen del Juan Pablo II. De su estudio nacen organizaciones
políticas como el social cristianismo que ha dado su aporte en Italia, Alemania
y algunos países latinoamericanos.
El deseo
del presidente Betancourt de tener unos curitas en los ministerios no se
cumplió pero si el deseo de la iglesia venezolana de preparar algunos
sacerdotes en la doctrina social en las aulas de la Universidad Gregoriana ,en
el departamRecuerdo con
cariño a tantos hombres sacrificados y honestos que al entregarles el salario
de la semana y firmar su planilla devolvían los sobrantes porque el listero no
sabía contar. Los encargados de la administración ahorraban hasta el último
centavo para que alcanzara el presupuesto. En ese mismo tiempo se construyeron
la prefectura, la medicatura y la plaza de El Morro, se remodeló la iglesia y se abrió la
carretera de Acequias. Todo fue administración directa con una gran
responsabilidad y honestidad.
Fueron
muchos los hombres de Acequias y El Morro que solucionaron los problemas
económicos en estas pequeñas obras de infraestructura. La aplicación de la
doctrina de la iglesia en todos los caminos del convivir humano lleva a la
justicia y a la paz. Hoy como hace treinta años tenemos en el Estado un
gobierno regional de tinte social cristiano y vuelven a revivir los Pueblos del
Sur del estado Mérida. Hace treinta años por manos de sacerdotes preocupados
como Vicente Alarcón en Guaraque, Eutorgio Rivas en Canaguá, Boanerges Uzcategui en El Morro, Crecencio Parra en Mucutuy y Alejandro Arias en Pueblo Nuevo, se inició la era de los
caminos carreteros apoyados por el social cristianismo. Hoy un gobernador
electo por el pueblo ha decretado las carreteras de los pueblos del sur y se
contempla asfaltada, reviven de esperanza al mejorar las vías de comunicación,
crece la expectativa de una vida mejor con los trabajos de obras publicas. Los
pueblos generalmente se contentan con poca cosa y por ello en este primer año
de gobierno del social cristiano Jesús Rondón Nucete, ha empezado a sentir los efectos de una
aplicación de la doctrina social de la iglesia en la realización de pequeñas
obras de interés general.
La asamblea
legislativa presidida por mi buen amigo Ignacio Paredes da un nuevo y
espléndido presupuesto para este año que promete ser de amplias miras benéficas
para las clases populares. Ambos mandatarios de raigambre merideña, de sólida
fibra social han empezado a humanizar nuestros pueblos de la montaña y el
llano.
El humanismo
cristiano de un gobierno se palpa en un bulevar para Caño Zancudo donde sus
habitantes rudos y curtidos en el diario trabajo no encontraban otra diversión
sino el licor y la diversión licenciosa. Humanizar a un pueblo es hacer fluir
el tránsito de una avenida congestionada o suavizar al peatón por un parque
dedicado a un gran hombre de los Pueblos del Sur como Chano Noguera. La
disciplina y la administración deben hacer rendir los dineros del Estado para
que con su honestidad se cumplan los contratos. Soy muy poco dado a la
adulancia y menos del gobierno, mas bien tiendo por carácter pero en esta
ocasión he escuchado a la voz del pueblo en los distintos sectores de la
colectividad y lo menos que puedo es compartir el sentimiento de gratitud y
aprobación del primer año positivo del gobierno regional. El compromiso que me
preocupa es no solo por su gobierno sino por las personas que lo ejerce por
cuanto me veo en ello comprometido por haberlos tenido en las aulas del colegio
Padre Arias en Tovar, donde Mons. Paparoni protegía para el episcopado a su pupilo
Jesús Rondón o en el liceo Félix Román
Duque donde la pareja de Indalecio y Emma envolvían en su tierno noviazgo las
clases.
Muchos otros de las aulas universitarias o en
la capellanía forman ya el grupo que esperamos dé lustre al primer gobierno
regional electo por su honestidad y eficiencia.
CONDECORACIONES
Entre los actos conmemorativos de estos treinta años de comunicación de Acequias ha querido la Asamblea Legislativa de Mérida en sesión conjunta con el Concejo Municipal de Campo Elías, conferirle la condecoración de la orden Don Tulio Febres Cordero en primera clase a varias personas comprometidas en el desarrollo de los Pueblos del Sur. La historia de Mérida está sembrada de gente de talento que en diversos campos de la actividad humana ha dejado huellas imborrables y ahora sus hombres están en los anales de los pueblos. Las autoridades en sus reconocimientos han dado honor honrándoles ellas cuando colocan nombres de prelados en los municipios: Ramos de Lora, Buenaventura Arias, Quintero y Chacón, Pulido y Fernández Peña, Adonai Noguera dan lustre a instituciones con los nombres de Mons. Paparoni, el Padre Carlos Morales y el Padre Ignacio Olivares. En todos los tiempos y en todos los sitios de esta región merideña ha quedado impreso el nombre de un sacerdote benefactor de la comunidad. En el diario trajinar por la comunidad de Ejido siento ese orgullo sacerdotal cuando entro en el Concejo Municipal y en su salón principal preside las sesiones el cuadro de Mons. Escolástico Duque, que todos los días y a cada momento los niños pronuncian en sus escuelas. En la placita de Montalbán que promovieran hace algunos años. al costado del templo parroquial está el busto del Padre Gallegos escondido como su vida pero digno y soñador en su éxtasis poético ante el desarrollo violento de su pueblo. Los condecorados de esta ocasión entramos a formar parte de la generación sacerdotal que con sus veinticinco o treinta años de servicio ya tiene. Nos compromete ante el pueblo y la historia, la gratitud de una distinción que lleva el ilustre nombre de Don Tulio Febres Cordero, cuyo amor a Mérida trasciende la altura de sus montañas. 13/06/91
.
Después
de treinta años de sacerdocio me he encontrado con la gente de estos pueblos en muchos lugares del
territorio merideño para contarme los beneficios grandes y pequeños de estos
caminos carreteros. Cantalicio Rojas, ex prefecto de Acequias, empleado de obras públicas,
cuenta con agradecimientos que sus pocos haberes lo sacaron del trabajo de las
carreteras de Acequias- El Morro, así como también sus picardías cuando les
preguntaba en unas de las curvas mas peligrosas si había espacio para
retroceder y me decían que quedaba la playa del río a cien metros de altura.
MI LIBRO DE MONTAÑA
En mi libro publicado con el título” de HEROES DE LA MONTAÑA “, tiene un
prólogo del periodista Carlos Delgado Dugarte de El Nacional , donde hace una
descripción de los sacerdotes de aquel tiempo:
“Un grupo de
párrocos andinos, está pidiendo que llegue hasta ellos algo de la renovación
post conciliar...A muchos de ellos los vi llegar al Seminario Conciliar en
alpargatas, salpicados de barro los pantalones cortos, hirsuta la cabeza y los
ojos sorprendidos. Niños campesinos traídos de la mano por sus padres
emocionados pueblos mas pobres ; en parroquias donde comer es ya un milagro y
mantener una madre , unos hermanos
frustrados por la miseria es un prodigio de multiplicación de los
panes…………
Pero no es el hambre física, no es la falta de un salario lo que reclaman
los párrocos andinos. Es hambre y sed de justicia su clamor. Justicia para sus pueblos, para
sus hermanos campesinos, los ven morir física y espiritualmente sumidos en la
miseria y en la ignorancia. No
encuentran cómo explicarles la “Mater et Magistra “sin sonrojarse………
………
Pero no es el hambre física, no es la falta de un salario lo que reclaman
los párrocos andinos. Es hambre y sed de justicia su clamor. Justicia para sus pueblos, para
sus hermanos campesinos, los ven morir física y espiritualmente sumidos en la
miseria y en la ignorancia. No
encuentran cómo explicarles la “Mater et Magistra “sin sonrojarse………
Y quizás piensen en su tremenda soledad. Soledad mental
torturante para hombres cultos.Soledad física agobiante para
hombres de trabajo que necesitan desde
quien les lave una camisa hasta quien les aplique una medicina. Algunos
lo resuelven con la madre, quienes no la tienen
deben cuidarse hasta de llevar una sirvienta a la casa cural para eludir
maledicencias “
En mi presentación digo que es un recuerdo a mis superiores
eclesiásticos y a mis colegas en el sacerdocio que se adelantaron en su
conmemoración y tuve la oportunidad de exaltar sus méritos. Sirva de estimulo
su lectura a las nuevas generaciones que sueñan con heroísmos y tienen su vista
puesta en la meta de su vocación para realizarse y conseguir la corona de
gloria inmortal. El autor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario