domingo, 13 de enero de 2019

LA MONJA DE LOS PRESOS


LA MONJA DE LOS PRESOS

PAMU

Sor Dollis Velez es una monja dominica que durante 50 años visitaba a los internos del Internado Judicial de Mérida, toda una institución en la pastoral penitenciaria en la cárcel de San Juan de Lagunillas.
Todos los miércoles muy temprano Sor Dollis preparaba un paquetico para sus presos, que al llegar iba repartiendo con tal cariño y alegría que para los presos era todo un amor la llegada al penal.
Era nativa de Medellín, en Sonson Colombia, pero su mayor parte de la vida su tierra fue la ciudad de Mérida y entre sus laboras pastorales como religiosa la de mayor importancia era la penitenciaria.Siempre había algo que contar de esta monja en la “prisión cinco estrellas” por la cooperativa del P Moreno, pues los internos desde muy joven la empezaron a tratar y a querer. Por su carácter cariñoso y festivo todos los jóvenes especialmente la querían enamorar y ella los enamoraba para su Cristo con la palabra del evangelio contado con cariño y humor verdadero.
Los mayores y mas duros la respetaban y la consultaban pero ninguno se atrevía a molestarla o a faltarle el respeto.

El Padre Capellán la llamaba mi capellana porque era la que servía en las ceremonias y lo reemplaza cuando faltaba.    
En cierta ocasión al preso famoso Machera le llevaron a uno de sus pequeños para que el sacerdote lo bautizara en su presencia. Al terminar la ceremonia la hermana Dollis empezó a repartir una tortica que había llevado para la fiesta del niño. Al llevarle a Machera lo encontró vuelto a la pared llorando y le preguntó extrañada de aquel machote como él mismo se nombraba y la respuesta limpiándose las lágrimas: “sor a mi nadie me había querido así”
Sor Dolis enfermera graduada trabajaba tiempo completo y en sus horarios diurnos y nocturnos en el Hospital de los Andes donde hacía una gran labor apostólica con los enfermos y sus familiares.

Sus ratos libres los dedicaba a la caligrafía que era experta en decorar los títulos universitarios en pergamino que les llevaban los estudiantes. Llega a los 90 años y con gran paciencia supera las enfermedades y la vejez en la Casa Hogar Delia Dávila de los Hermanas Dominicas.    

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