MEDICOS Y MEDICAMENTOS
PAMU
Como en todos los pueblos, existía en La Azulita una serie de curanderos
o médicos yerbateros, antes de llegar el primer profesional de la medicina.
Según cuenta el Sr Marcelo Quintero a sus noventa y tantos años, en aquellos
montes las enfermedades eran el paludismo y las picaduras de culebras. Como
quien dice calenturas y picaduras.
Paula Marquina vivía en la Mesa Alta y era una mujer alta, buena moza y
trabajadora que se dedicaba a recetar con muy buen tino porque al ver “las
aguas” conocía de inmediato si era enfermedad de muerte o de vida; si de muerte
les decía a los familiares cuantos días le quedaba al enfermo para que le
prepararan la mortuoria, si de vida le describía la enfermedad con lujos de
detalles y luego le daba la receta con las medicinas casera.
Raimundo Osorio, También veía “las aguas” pero su especialidad era curar
el paludismo o las fiebres o calenturas que también le decían “chimbombera. La
gente se ponía amarilla, se hinchaba y le daba mucha fiebre. El remedio era la
quinina, una concha o corteza de árbol, la secaban al sol, la molían y luego se
tomaba en guarapos. En las familias acostumbraban prevenir la enfermedad
echándole Quinina a las ollas de chicha. Estos árboles se encuentran todavía en
San Eusebio y en el Paramito.
José María Olano era maracucho de la Cañada y había llegado a la tierra
llana en las piraguas de Cardozo, para residenciarse en el Puerto de Santa
Elena de Arenales desde donde atendía la gente de Guachi. Era un hombre
extraordinario por sus cualidades curativas en cuanto a picaduras de culebra. Andaba
con ellas colgadas al cuello después de quitarles los colmillos. En esa región
abundaban las culebras de toda clase y tamaños, guayacanes y tragavenados eran
las más grandes, casi se confundían con los troncos de árboles o los horcones.
Los picados de culebra los curaba de inmediato y cuando era a distancia les
enviaba la medicina preparada por el mismo. En cierta ocasión lo llamaron para
que curara una vaca picada de culebra y al llegar a la casa empezó a silbar a
la culebra la que apareció al poco tiempo en la mitad del patio. Les dijo a los
dueños que la tiraran porque era muy grande y él no podía matarla. En tiempo de
Pérez Jimenes cuando abrían la panamericana los maquinistas y obreros picados
de culebra lo tomaron como médico oficial por orden del gobierno.
Don Natividad Albornoz, en el pueblo de La Azulita era famoso el hombre
de la botica, vestido siempre de pantalón negro, camisa blanca y chaleco, que
recorría todas las mañanas las calles del pueblo. Sus medicinas eran lilimentos y unturas de
origen natural, entre ellos el unto azahar, el agua florida, las árnicas, los
vermífugos, aceite castor, aceite de almendras, aceite de coco para las
lombrices o parásitos que abundaban
especialmente en los niños. También los huesos de culebra a los quebrados y
tronchados
Agosto 1943
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