sábado, 19 de enero de 2019

MEDICOS Y MEDICAMENTOS


MEDICOS Y MEDICAMENTOS

PAMU
Como en todos los pueblos, existía en La Azulita una serie de curanderos o médicos yerbateros, antes de llegar el primer profesional de la medicina. Según cuenta el Sr Marcelo Quintero a sus noventa y tantos años, en aquellos montes las enfermedades eran el paludismo y las picaduras de culebras. Como quien dice calenturas y picaduras.
Paula Marquina vivía en la Mesa Alta y era una mujer alta, buena moza y trabajadora que se dedicaba a recetar con muy buen tino porque al ver “las aguas” conocía de inmediato si era enfermedad de muerte o de vida; si de muerte les decía a los familiares cuantos días le quedaba al enfermo para que le prepararan la mortuoria, si de vida le describía la enfermedad con lujos de detalles y luego le daba la receta con las medicinas casera.
Raimundo Osorio, También veía “las aguas” pero su especialidad era curar el paludismo o las fiebres o calenturas que también le decían “chimbombera. La gente se ponía amarilla, se hinchaba y le daba mucha fiebre. El remedio era la quinina, una concha o corteza de árbol, la secaban al sol, la molían y luego se tomaba en guarapos. En las familias acostumbraban prevenir la enfermedad echándole Quinina a las ollas de chicha. Estos árboles se encuentran todavía en San Eusebio y en el Paramito.  
José María Olano era maracucho de la Cañada y había llegado a la tierra llana en las piraguas de Cardozo, para residenciarse en el Puerto de Santa Elena de Arenales desde donde atendía la gente de Guachi. Era un hombre extraordinario por sus cualidades curativas en cuanto a picaduras de culebra. Andaba con ellas colgadas al cuello después de quitarles los colmillos. En esa región abundaban las culebras de toda clase y tamaños, guayacanes y tragavenados eran las más grandes, casi se confundían con los troncos de árboles o los horcones. Los picados de culebra los curaba de inmediato y cuando era a distancia les enviaba la medicina preparada por el mismo. En cierta ocasión lo llamaron para que curara una vaca picada de culebra y al llegar a la casa empezó a silbar a la culebra la que apareció al poco tiempo en la mitad del patio. Les dijo a los dueños que la tiraran porque era muy grande y él no podía matarla. En tiempo de Pérez Jimenes cuando abrían la panamericana los maquinistas y obreros picados de culebra lo tomaron como médico oficial por orden del gobierno.  
Don Natividad Albornoz, en el pueblo de La Azulita era famoso el hombre de la botica, vestido siempre de pantalón negro, camisa blanca y chaleco, que recorría todas las mañanas las calles del pueblo.  Sus medicinas eran lilimentos y unturas de origen natural, entre ellos el unto azahar, el agua florida, las árnicas, los vermífugos, aceite castor, aceite de almendras, aceite de coco para las lombrices o parásitos   que abundaban especialmente en los niños. También los huesos de culebra a los quebrados y tronchados

Agosto 1943

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