PBRO. LCDO. PEDRO A MORENO U
Ardua
pero honrosa tarea me ha impuesto mi apreciado colega el Pbro. Lic. Néstor
Fernández P. al pedirme la presentación de su libro: "Perfiles sacerdotales de la Iglesia Merideña" en su
segunda edición corregida y ampliada.
Con
amplia bibliográfia,
explicación terminológica y apéndice abundante llena las expectativas de una
edición lograda según las normas modernas de la tipografía.
Dividida la obra en dos grandes partes, la primera la ocupan los levitas mitrados desde la fundación de la diócesis emeritense hasta el actual Arzobispo.
En la
segunda encontramos los levitas no mitrados pero tan académicos y pastorales
como los de la primera parte.
Con citas
del C. Vaticano II y comentarios apropiados el autor sienta por iguales en la
historia a unos y a otros con su dignidad sacerdotal. La teología del
sacerdocio queda en su justo punto cuando se trata del desarrollo ministerial
de las personas en el devenir del tiempo, prescindiendo en parte de
genealogías, abolengos, boatos pontificales y todo aquello que oculta los
auténticos méritos de la persona.
Con el
rigor del jurista aplica los cánones y explica los argumentos del nuevo y
antiguo códigos de Derecho Canónigo al
dar razón de nombramientos y movimientos episcopales y canongías.
Encuadra
el tiempo de sus personajes en el marco histórico preciso dando las pinceladas
necesarias para conocer el paisaje donde actúan y se desenvuelven, con las
trayectorias de luz y de sombras que revelan los méritos a la posteridad.
Y siendo
un pastor apostólico y dinámico el autor conoce de labores parroquiales, tareas
de evangelización que sabe calibrar en el camino de santidad que significa la
obediencia y el servicio sacerdotal.
Todo
esto, escrito por un sacerdote inquieto en la ciencia y la pastoral, con
licencias sumas que en concurso canónicos, tuviese las prebendas justas que se
obtiene por amistad. Por un escritor de la patria chica que abunda en citas de
sus coterráneos y es transparente en la opinión de la iglesia, sin dejar de ser
crítico positivo de la generaciones que nos precedieron.
Así
esbozado el panorama general, entremos a hojear con la sencillez del lector que
curiosea entre sotanas y manteletas, bonetes y mitras, borlas y pergaminos en
los zaguanes de las residencias sacerdotales de nuestra Mérida antañona.
SANTOS Y PROTEGIDOS
Como estamos en el año centenario del
cine, acompañémonos del método celuloide y a modo de promociones veamos algunas
escenas de estas crónicas en forma vivencial.
"El
1 de noviembre de 1790, ocho días antes de su muerte el Obispo Ramón de Lora
instaló formalmente el Seminario Conciliar San Buenaventura en su sede
episcopal, siendo Arias el primer colegial becado de los cinco agraciados en
los días inaugurales de la institución y lo encomendó al Rector Pbro. Mateo
José Mas y Rubí llamándolo cariñosamente "Ariecitas" y diciéndole
"cuídamelo mucho, mira que va ser cosa grande".
Y llegó a
ser cosa grande "el justo, el amado, el hombre admirado de todos por su
sólidas virtudes" "como primer merideño elevado al solio episcopal,
que Don Tulio Febres Cordero lo describe como sencillo y milagroso
obispo": que si hubiera muerto al pie de su nativa Sierra el pueblo
hubiera pedido sus vestiduras para repartirlas como sagradas reliquias".
Como "Ariecitas" el santo de Fray Juan Ramos de Lora vino después “Tomasito” en tiempo de Mons. Unda. Otro santo obispo merideño José Tomas Zerpa Romero de quien aseguran muchos feligreses contemporáneos suyos que experimentó el don de la reubicación y éxtasis en la santa misa y algunas veces las rosas del milagro adornaron el camino de su vida “El autor de las crónicas que presentamos al biografiar de santos , recuerdo la anécdota del burrito que le ataron a Mons. Bosset con un cartelito al cuello que decía “vengo a que me ordene” y el prelado sin titubear contestó: “ordeno lo que produce la tierra como José Tomas de quien dijera el Papa Pío IX” es el mejor sacerdote de América”.
Los protegidos siguieron con Mons. Silva que a Quinterito de Mucuchíes le profetizó su episcopado en su tierra natal
y cuando le vió realizar
las ceremonias pontifícales: “lo llegará hacer de verdad si eres fiel al Señor”
y llegó a ser el primer cardenal de Venezuela, patriarca de las letras
eclesiásticas venezolanas y libertador de la iglesia por quitarnos el yugo del patronato en Venezuela.
El
caballerito Pulido de Mons. Chacón nativo del Táchira ordenado antes de la edad
canónica por tener ya tres doctorados en filosofía, teología y derecho canónico
de la Universidad Gregoriana de Roma es al decir del padre Juan Ramírez en su
oración fúnebre: “estilizado como estampa griega que de la Constituyente hizo
un Ateneo y fue vocero de las bienaventuranzas sin miedos a poderosos y
opresores”. El Arzobispo del dialogo y propulsor del Concilio Vaticano II en
sus reformas prácticas de sencillez.
Actualmente
Porritas fue traído por Miguel Antonio Salas desde Calabozo como su auxiliar y
lo dejó como su sucesor en el arzobispado de Mérida. Mons. Baltazar E.
Porras Cardozo al presentar su ultimo libro en la recepción que le hicieron
en el
seminario a su
auxiliar Juan María Leonardi, el arzobispo
Emérito en sus palabras de agradecimiento a la
Universidad
les dijo de Mons. Porras como escritor “por eso yo lo recomendé para Mérida”.
Fue
Porras el alma de la primera visita del Papa a Venezuela y será seguramente
como vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana el promotor de la
segunda visita de Juan Pablo II en febrero próximo.
PROCERES LEVITAS
Al tomar
la lista de los eclesiástico de la diócesis de Mérida que siguieron la causa de
la independencia escrita por Don Tulio Febres Cordero, cualquier cineasta le
pondrá arreos guerrilleros y los denominarían curas rebeldes al estilo Camilo
Torres o Mons. Romero, sin embargo nuestro autor ducho en las escrituras
patrióticas de Bolívar y Sucre reseña a nuestros levitas merideños próceres de
la gesta emancipadora como auténticos lideres dentro de sus normas
eclesiásticas.
Ellos son
diputados con sotanas como los presenta Martín Tovar y Tovar en el cuadro de la
firma de la Independencia, miembros de la Junta Patriótica de Mérida con sus
atuendos clericales como aparece en las pinturas de la Alcandía Merideña.
Con
elegancia y sin menoscabo de la dignidad sacerdotal cuenta nuestro autor
Fernández las discrepancias con Miranda del Obispo Hernández Milanés al
encontrarse en Cumarebo de Coro en unas de las expediciones del precursor.
“Fiel a
la realeza escribe una furibunda diatriba contra Miranda donde lo llaman
“engañador” hombre infiel al soberano, traidor de la patria “ateísta,
irreligioso, indigno, monstruo acompañado de una gavilla de insensatos”.
Pareciera compaginarse dicha actitud con su celo pastoral cuando llama
“rameras” a las mujeres que usan escote y manda a poner preso a los curas que
juegan dados como Fray Juan Ramos los
excomulgaban a los que comían chimó”.
Solo Lazzo de la
Vega después de la batalla de Boyacá recapacita y cambia su actitud con
respecto a Bolívar a quien recibe en Trujillo con todos los honores de
Libertador.
Los
diputados firmantes del Acta de la Independencia los describe Néstor con unción
patriótica y los va ascendiendo hasta sus curules sobrios, impolutos, sin
importarle la bofetada de Ramón Ignacio Méndez en pleno Congreso, que le valió
la expulsión pero le ganó el arzobispado pedido por Bolívar: Las terquedades Paecistas de
Ignacio Fernández Peña que le dio la rectoría de la ULA y el Arzobispado de
Caracas así como a Talavera y Garcés que obedece a Morillo predicando sobre el
indulto sin el cual no hubiese llegado a la silla episcopal de Guayana.
Terminada
la guerra de la Independencia se inició en la iglesia la guerra contra el
Patronato dando origen a curas conservadores y liberales que en el Congreso
respaldaban la vivencia de la ley que luego sancionara el General Páez en 1834.
LOS EDUCADORES
Mons Jose Vicente Unda
Mitrados y no mitrados los levitas biografiados aparecen en su mayoría educadores ya como fundadores del seminario, colegios episcopales, rectores de los mismo e ilustres profesores de la Universidad. Sin embargo se distinguen algunos por su vocación especial como José Vicente de Unda de noble abolengo familiar que fundó en Guanare una escuela privada que luego como rector del colegio San Luís le redactó un reglamento que refleja el interés por la formación de la juventud. Fue el primer colegio de educación media que pasó al Estado Venezolano y Unda a ser el primer organizador de la educación secundaria de la Venezuela Republicana.
En Mérida
el canónigo Uzcátegui se tiene como el fundador de la instrucción en el
Occidente de Venezuela y al emigrar de la ciudad en el fatídico año de 1814
hizo donación de sus bienes a las escuelas que había fundado.
El
ilustre trujillano Jesús Manuel Jáuregui Moreno cuando era párroco de Mucuchíes durante
muchas noches los feligreses veían la luz encendida de su amplia habitación,
cita con los libros para ponerse al día en sus conocimientos.
Su obra
cumbre fue el colegio Sagrado Corazón de Jesús en la Grita donde ejerció como
vicario foráneo. Fue su sueño de siempre y por ello pasaría a la historia como
el gran educador de la cordillera Andina.
Visitó a
Don Bosco en Turín para conocer las innovaciones pedagógicas. Por las
instituciones pasaron la mayoría de las personalidades influyentes de la
intelectualidad de Occidente como el general López Contreras amen de 54
sacerdotes entre ellos Mons. Chacón
, Escolástico Duque
y el Padre
Adonai Noguera.
Sin ser Mons.
Chacón un educador, La Inmaculada, el San Luís, La Salle, Arzobispo Silva en Mérida, la Presentación en Tovar, Santa Teresita en el Vigia, La Azulita, Valera, Mucuchies, Bocono y Santa Cruz de Mora.
los medios de comunicación apoyó la creación de Radio Occidente en Tovar para la alfabetización en el medio rural. Finalmente los sacerdotes José Humberto Contreras en Valera se dedicó a la educación obrera con cooperativas y talleres nocturnos, el Padre José Ignacio Olivares se vino de Cabimas sembrando colegios en Boconó, Mérida y el Vigía hoy Nueva Diócesis.
Directamente
apoyó toda iniciativa de establecer colegios en su largo periodo episcopal, así
surgieron bajo su gestión el San José, l
LOS PARROCOS
En los perfiles sacerdotales de Néstor aparece el clero secular con todas las loas como párrocos incansables y cuando algún mitrado no fue párroco sabe excusar sus hierros por el mismo hecho de no conocer la vida parroquial que el autor vive. Especial énfasis hace en los que fueron ejemplo de abnegación y trabajo. Entre los mitrados párrocos se encuentra Lazzo de la Vega trece años de párroco en Funza cerca de Bogotá. Mons. Bosset párroco de Altagracia en
Caracas,
Mons. Lovera párroco de la Candelaria en Caracas y de Maracay, Monseñor Silva
párroco de San Juan en Caracas, Mons. Chacón párroco de Pregonero, Rubio y La
Grita, Mons. Pérez Cisnero párroco de Antímano, La
Victoria y los Teques.
Mons.
Porras párroco de Calabozo y Valle de la Pascua, Mons. Juan María Leonardi párroco
de Chejendé, Cuicas
y Pampanito, Mons.
Ramón Ignacio Méndez cura párroco de Barinas como Talaveras y Garcés, como
también Mons. Ignacio Fernández Peña, en la misma ciudad en diferentes tiempos.
Los
levitas párrocos no mitrados pero ilustres en las letras como poetas y
escritores fueron Juan Bautista Arias Lobo en la parroquia de Tovar, premiado
por la academia de Roma por sus actividades artísticas al igual que el Pbro.
Dr. José María Limardo párroco en el Tocuyo, Carache y Valera, que fue escritor reconocido,
orador y poeta fundador de varios periódicos. A pesar de sus sobresalientes
dotes artísticas y académicas atendió por largos años la parroquia de Labriegos
Humocaro Bajo en
el Estado Lara. El Pbro. Jesús Manuel Jáuregui Moreno párroco de Mucuchies y La
Grita con abundantes publicaciones como “La sultana del Zulia” poemario,
tratado de filosofía, teología, urbanidad e historia eclesiástica, remata el
autor su biografía con frase feliz: “estos escritos reflejan además de su
competencia en los temas que aborda sus dotes sobresalientes de amo del idioma,
de poeta, pedagogo y pastor sagrado” Mons. Miguel Ignacio Briceño Picón
párroco en Ejido, Zea y en Táriba por 50 años fundador de varios periódicos literarios y
religiosos en sus parroquias. De estos párrocos propietarios longevos es el
Pbro. Luís Apolinar Granados que estuvo 20 años en Santa Cruz de Mora, famoso
por sus catequesis de perseverancia antes de la misa dominical, donde trataba
de lo humano y lo divino siendo lo que tanto se pregona hoy día y gran
ecologista; muchos otros sacerdotes cumplieron su periodo de entrenamiento
inicial como sabiamente se usaba en aquella época al lado del Padre Corredor
acota con malicia el autor.
Allí
hicieron su pasantía entre otros los presbíteros Humberto Contreras, Manuel Barillas, Enrique
Moreno, Juan E. Ramírez y los Obispos Antonio Camargo, Pulido Méndez y José
Humberto Quintero. … también este tipo de escuela sacerdotal con el Pbro.
Eliseo Moreno quien estuvo treinta y cinco años en Tovar como única parroquia
de su vida e hicieron allí su pasantía Mons.
Humberto Paparoni,
primer obispo de Barcelona y el Pbro. Alfonso Rojas entre otros.
Pero el
decano de los párrocos fue el Pbro. Dr. Pedro Adonai Noguera Mora que atendió por más de 40
años los pueblos del sur del estado Mérida desde Canaguá hasta santa Bárbara de Barinas. Lo
llamaban sus compañeros el "Toro Canaguero"
por su contextura fuerte y alta.
Ayudó a
abrir caminos y planificó otros, sirvió de médico hasta ayudar algunas
parturientas, nunca le faltaban las hierbas medicinales para atender la salud
de sus paisanos.
LOS CURAS CAMINEROS.
Los legítimos herederos del P. Noguera fueron los curas camineros que se propusieron y abrieron caminos, carreteras en los Pueblos del Sur.
Los legítimos herederos del P. Noguera fueron los curas camineros que se propusieron y abrieron caminos, carreteras en los Pueblos del Sur.
Mons. Vicente Alarcón, primer vicario general electo en tiempo de Pulido Méndez siendo párroco de Guaraque inició la aventura de los jeep desde Tovar. Luego Eustorgio Rivas en Canagua, Boanerger Uzcategui en El Morro, Alejandro Arias en Pueblo Nuevo, Crescencio Parra en Mucutuy y este servidor en Aricagua y Acequias.
Las
telenovelas de estos días se empeñan en mostrar sacerdotes de distinto tipo en
las pantallas tratando de dar una imagen diferente del sacerdote fuera del
templo, de un sacerdote social y de un luchador comunitario.
P A VIEDMA PUZCATEGUI
Pareciera que los libretistas y guionistas de nuestros medios de comunicación no conocieran la historia eclesiástica venezolana y por ello, viene muy oportuna la aparición de esta obra del Pbro. Lic. Néstor Fernández donde aparece en toda su realidad el sacerdocio ministerial venezolano. Aquí hay material histórico para la difusión y enseñanza de una iglesia académica, de una iglesia libertadora, de una iglesia educadora, de una iglesia pastoral, de una iglesia luchadora social entre los pobres del país.
Los
organismos oficiales han hecho justicia con los hombres ilustres de nuestros
levitas merideños y por ello desde hace tiempo conocemos calles, avenidas,
plazas, escuelas, municipios, monumentos, estatuas y condecoraciones que
recuerdan la vida y obra de estos servidores de la iglesia en el pueblo
venezolano.
Al
agradecer la deferencia de mi hermano sacerdote para que le presentara su libro
a tan selecto auditorio, quiero felicitarlo con efusión y decirle con
sinceridad que al terminar su lectura
no sólo tuve un sentimiento de
admiración sino que me
llenó de santa unción la narración de tantos buenos ejemplos de nuestros
hermanos que nos precedieron.
señores
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