domingo, 18 de noviembre de 2018

LA AZUITA BALCON DE LOS ANDES I


LA AZULITA 

BALCON DE LOS ANDES    I

PAMU




Con este título inicio mi libro sobre la Azulita centenaria que  en su primer capítulo asiento  esta  frase   que se me inspirara  en una mañana fresca al mirar mi pueblo desde San Eusebio con la panamericana y el lago de Maracaibo de fondo, y al voltear ver la sierra nevada de Mérida y grité al infinito es un BALCON DE LOS ANDES. Slogan utilizado ahora sin señalar la auditoría que se llama derecho de autor, como también las fotos del pueblo tomadas en mi infancia 1944 y que consta en esa edición  de 1994

Con la brisa de la Carbonera  se llega a Mirabel y entre azahares y claveles se otea el Coquivacoa, Balcón natural es el límite de la Hoya de Molinillos para visualizar el Municipio Andrés Bello, con su capital La Azulita, funge de atalaya coqueta  para admirar el paisaje de piedemonte.                              
Siempre tempranera la Sierra se muestra sin brumas en el respaldar del páramo del Tambor, por donde nace el río Capazón que brinda la fecundidad de las aldeas de  San Eusebio y Capaz.


 Deslizándose por el viejo camino de Jají entre peñascos y montañas que aun  guardan su virginidad se llena el panorama geográfico de las aldeas componentes del antiguo municipio Zerpa. Cubren la entrada de la población Saysayal, Agua Blanca y La Victoria, con sendas haciendas que recuerdan a Aquiles Angulo, la familia Anselmi y los Grisolías. San Luis, La Osa, Quebrada Azul tienen sabor a cuajada fresca, a jojoto tierno, arvejas y aguacates. San Pedro, San Rafael, Olinda y Bachaquero cubren la retaguardia que fecundan densos cafetales con caminos barrialosos por donde salían las cargas en arreos de mulas con las marcas  de sus compradores: Pedro Ramón Pérez, Rafael Obando, Pedro Sánchez. Eliseo y Alirio Herrera, Rodolfo  Dugate,  Pedro Moreno y Chucho Ramírez.


Por los lados de las Cuevas no hay sino caños que dan nombres a los nuevos sitios hacia el puerto de Santa Elena de Arenales: Caño Guayabo, Caño Seco y  Caño Zancudo. La jornada era larga y pesada hasta el rio Guachisón donde se contaba con las mulas campaneras las canoas llenas que trasladaban  las cargas hasta la piragua en el Lago de Maracaibo. 

Tres días y tres noches al compás del viento llevan y traen las mercancías  junto con los cuentos petroleros  para surtir al pueblo de lienzos pintados de esperanza que llegan hasta la ciudad de Mérida como los cajones con imágenes españolas.


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