LA AZULITA PUEBLO
ECOLOGICO
PAMU
Con la característica
de tener más del ochenta por ciento de montaña, la población de La Azulita ha
sido siempre considerada como el pueblo mayor rodeado de vegetación .Desde
antes de ser alcandía ya la gente tenía esa conciencia conservacionista y hubo
personas como la fundadora de la posada La TAO, la Sra. Grisolía que se ha caracterizado
por esa preocupación.
El Primer alcalde no dudó en hacer los primeros decretos
ecológicos sobre la protección de la flora y la fauna azulitense. Allí se
desconocen la tala y la quema de montañas, se protege las nacientes de las
aguas y hay un verdadero amor de la población por su naturaleza.
Con todo, se acaba de
cometer UN CRIMEN ECOLOGICO DE MARCA MAYOR Y EN EL CORAZÓN DEL PUEBLO.
Había en la plaza Bolívar
un árbol de 75 años de edad, frondoso, con
cerca de diez metros de altura y apreciado por sus pobladores, con una pequeña
historia escolar.
Siendo presidente de la
junta comunal el
Sr Pedro M Moreno se construyó la primera plaza Bolívar de la
Azulita donde estaba el antiguo templo parroquial que había sido construido por
los hermanos Atilio y Marcos Uzcátegui con paredes de tierra pisada, la cual
sirvió para rellenar el pozo de los sapos donde el P Corredor levantó el nuevo
templo.
El maestro de la
escuela Don Rodolfo Salas quiso celebrar el día del árbol en la inauguración de
la nueva plaza y pidió a sus alumnos llevasen árboles para sembrarlos como
adornos ecológicos .Tuvo la deferencia de pedirle al hijo mayor del presidente
de la junta que llevase un pino para que lo sembrara de primero en toda la
esquina frente a la prefectura.
Ese pino creció con
toda su elegancia y fortaleza a la vista de los pobladores que lo admiraban y
esperaban que llegase a los cien años y muchos metros de altura para hacer
histórico. También el alumno creció y llegó a ser sacerdote y cumplir sesenta
años de profesión y en la última fiesta
de la Virgen de Coromoto en su acción de gracias a Dios que hiciera
solemnemente en el templo parroquial, contó esta historia de su pino famoso,
como son también las fotografía de las calles empedradas del
pueblo de aquel entonces que lleva el lema turistico también propio de BALCON DE LAS ANDES.
Debió causar resquemor
esta historia en alguna autoridad que este acontecimiento no fuera de la revolución bonita y por lo tanto debía ocultarse y
de modo violento y criminal, como fuera cortando el árbol.
Muy diferente la
historia de un prelado merideño que en sus visitas pastorales pedía a los
sacerdotes confesores no poner oraciones de penitencia sino sembrar árboles, no talar ni quemar, lo que
le valió que la Universidad de los Andes le diera el título de Doctor Honoris
Causa en Forestal a Mons. Rafael Pulido Méndez
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