Celibato es la renuncia
al matrimonio, implícita o explícita, que hacen los que reciben el Sacramento de las Órdenes en cualquiera de los
grados más altos para la más perfecta observancia de la castidad. Como veremos, el carácter de esta renuncia es
variamente entendido en la Iglesia Latina y en la Oriental. Hablando, por el
momento, sólo de la cristiandad occidental, cuando los
candidatos a las Órdenes se presentan para el grado de subdiácono, al comienzo de la ceremonia los obispos les advierte
solemnemente sobre la gravedad de la obligación en que están
incurriendo. Les dice:
"Ustedes
deben considerar ansiosamente una y otra vez qué clase de carga es esta
que están tomando sobre ustedes por su propia voluntad. Hasta
aquí ustedes son libres. Aún pueden, si lo desean, regresar
a las
metas y deseos del mundo (licet vobis pro pro artitrio ad caecularia vota transire). Pero si ustedes reciben esta orden (la del
subdiaconado) ya no será lícito volver atrás. Se les requerirá continuar al
servicio de Dios, y con
su ayuda observar la castidad y estar atado para siempre en el ministerio del altar, para
servir a quien reinará.”
Al continuar adelante a
pesar de esta advertencia, cuando se les invita a ello, y al cooperar en el
resto del servicio de ordenación, se entiende que el
candidato se obliga igualmente a un voto de castidad. A partir
de ahora no puede contraer un matrimonio válido, y cualquier
transgresión en materia de este voto no sólo es un grave pecado en sí, sino que incurre
en la culpa adicional de sacrilegio.
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