jueves, 13 de septiembre de 2018

ATAQUE A LOS SACERDOTES MERIDEÑOS








ATAQUE A LOS SACERDOTES MERIDEÑOS
El presente artículo es la refutación y contesta a un reportaje de la revista ELITE de la semana pasada, titulado “SACERDOTES CONTRA MERIDA” escrito por Paco Ortega. Fue publicado en el diario católico EL VIGILANTE del día jueves 16 de septiembre, con el título “Mi amigo Paco Ortega contra los Curas Merideños”, escrito por el  PBRO. PEDRO A. MORENO U. 
De un tiempo a esta parte mi amigo Paco Ortega ha comenzado a inmiscuirse en la vida clerical merideña, y con aciertos unas veces y desaciertos muchas otras trata de granjearse las simpatías de la culta y devota sociedad de Mérida. En su último artículo publicado en una afamada revista para la cual trabaja este talentoso periodista, se desboca lanza en ristre contra la plana mayor y menor de los sacerdotes de este estado andino. Con un titulo que otrora le hubiese dado fama internacional en la España Roja, sale muy mal parado mi amigo periodista por la ausencia crasa de información que demuestra. Llevado por una como cólera santa, lanza epítetos y calificativos a diestra y a siniestra sin usar la noble arma de la argumentación que debe llevar siempre la pluma de todo talentoso escritor.
 El artículo de marras, titulado “Sacerdotes contra Mérida”, trata de comentar una serie de noticias bombas acaecidas en el perímetro clerical de Mérida, entre ellas la instalación del Consejo Presbiteral, el retiro de los Reverendos Padres Eudistas y el material ya hace tiempo conocido de un folleto sobre las conclusiones del Congreso Arquidiocesano sobre el Desarrollo Integral del Hombre. Lamentablemente, mi amigo Paco Ortega, en estas triviales notas provincianas cae en una serie de errores de información, cosa grave en un profesional de su talla. Primeramente, amigo Paco, el Consejo Presbiteral, no es un “sindicato clerical de curas jóvenes que ocupan puestos sin relevancia dentro de la Diócesis”. El Consejo Presbiteral es un organismo oficial de la Iglesia, decretado después del Concilio Vaticano II según el Motu Proprio de Paulo VI “Ecclesiae Sanctae”, y de acuerdo a las Constituciones del mismo Concilio “Christus Dominus y Presbiterorum Ordinis”, Este organismo es obligatorio en todas las diócesis del mundo y está presidido por el Obispo de cada lugar, según lo manda la “Carta Circular de SS. Paulo VI a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, fechada en Roma el 20 de abril de 1970”. ¿Qué clase de sindicato clerical merideño… amigo Paco?
Tampoco está compuesto “por curas jóvenes que ocupan cargos sin relevancia”. ¿Ud. sabe quiénes componen el Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis de Mérida? Los primeros cuatro cargos son por naturaleza de su oficio y ellos los ocupan el Sr. Vicario General, el Deán del Cabildo Metropolitano, el Rector del Seminario y el Secretario Ejecutivo del Consejo Pastoral. Como quien dijera en su argot político, el Secretario General, el Presidente de la Asamblea Legislativa, el Juez Superior y el Rector de la Universidad. ¡Cargos de poca relevancia, verdad, amigo Paco! Los demás miembros son elegidos libremente por todos los sacerdotes que constituyen el Presbiterio, según las zonas, tendencias y generaciones clericales de la Arquidiócesis. Igual como si se tratara de los honorables diputados de la Asamblea Legislativa o de los miembros del Ilustre Concejo Municipal. Es la democracia de la Iglesia que Ud. todavía no conoce, amigo Paco, y de cuyos representantes hay amigos suyos que le pueden explicar. Con respecto a sus epítetos y calificativos para este organismo oficial de la Arquidiócesis de Mérida, de gran preeminencia y relevancia, le diré que su competencia no es “un caciquismo prematuro” como Ud. lo ha querido llamar despectivamente, sino que es el SENADO DEL OBISPO, organismo consultivo por donde pasan todos los problemas de la Arquidiócesis y de cuyas opiniones depende la decisión última del Sr. Arzobispo.
Entre los graves problemas debatidos últimamente por el Consejo Presbiteral en esta ciudad de Mérida, ha estado el de los Reverendos Padres Eudistas, que desató para algunos “laicos entendidos en materia clerical” una tempestad en un vaso de agua. No ha sido un “desplazamiento sin rodeos” como Usted lo califica, amigo Paco, sino el retiro de una congregación religiosa que ya cumplió su misión en esta región andina. En la legislación eclesiástica las relaciones del obispo y las congregaciones religiosas se hacen por medio de contratos bilaterales y al cumplirse el tiempo o incumplirse una de sus cláusulas el obispo puede libremente retirarlos. En el caso el Consejo Presbiteral unánimemente deliberó el incumplimiento de una cláusula y aconsejó al Sr. Arzobispo no reanudar el contrato con condiciones desfavorables para la Arquidiócesis, como la deseaba la congregación eudista. Además, amigo Paco, Ud. es gran conocedor de la historia de Mérida, por sus buenas relaciones con la gente intelectual de la ciudad y debe Ud. saber que el Seminario de Mérida, que dio origen a la Universidad de Los Andes, fue fundado por Mons. Ramos de Lora y desde entonces fue regentado por sacerdotes seculares, como quien dice curitas de poca monta entre los cuales hay figuras históricas y el último rector llegó a ser Obispo de Barquisimeto, Mons. Enrique Dubuc. Esa es la “cola cultural e ideológica” de que nos gloriamos los curas merideños al volver el Seminario a manos de los sacerdotes seculares después de un periodo de transición de los Padres Eudistas. No “hay futuros inciertos, ni situaciones cruciales” en el Seminario como lo han proclamado algunos agoreros de calamidades públicas, sino es el paso normal en una situación de derecho, conforme a las últimas normas conciliares.
Sobre la otra noticia, a la cual dedica la mayor parte de su artículo, debo decirle, amigo Paco Ortega, que el Congreso Arquidiocesano para el Desarrollo Integral del Hombre no fue un evento clandestino de los curas merideños, ni sus conclusiones se repartieron clandestinamente entre personalidades de la región, como Usted enfáticamente comienza afirmando en su tristemente célebre artículo. Este Congreso tuvo mucho tiempo de preparación, ya planificado para toda la América Latina, que debía seguir pasos lógicos en los estudios sociológicos de la Iglesia Católica, o sea, a nivel parroquial, a nivel de diócesis, nación y continente. ¡Qué clandestinidad, amigo Paco! En nuestra Arquidiócesis de Mérida seguimos esos mismos pasos, a través de un método sugerido por la misma sociología religiosa de ver, juzgar y actuar. De modo y manera que todos los párrocos del Estado Mérida tuvimos en nuestras manos un esquema para estudiar en cada una de nuestras comunidades la situación familiar, la situación socioeconómica, la situación educacional, de dependencia, política, de la juventud y situación religiosa. Pero este estudio no lo hicimos nosotros solos, sino en reuniones con maestros, con las autoridades civiles, judiciales, militares y municipales, con los obreros y campesinos, con los estudiantes, los padres y las madres de familia. Qué lamentable, amigo Paco, que Ud. como buen periodista y tan estudioso de todos los rincones de nuestra región no se hubiese enterado de tan poderosa maquinaria de los curita merideños! Luego de hacer los estudios parroquiales, las conclusiones se trajeron al Congreso cada hoja a la Arquidiocesis de Mérida, que no estaba presidido por ningún “curita de tendencia revolucionaria” sino por profesionales de la Universidad de los Andes, que son integrantes del Movimiento de Hombres Católicos de esta ciudad quienes promovieron este Congreso. En las reuniones del Congreso Arquidiocesano de Mérida, cuyas conclusiones Ud. largamente comenta, estuvieron presentes todas las representaciones de la sociedad merideña. Allí estuvo el profesor universitario junto a la maestra del campo, el médico rural junto al diputado a la Asamblea Legislativa, prefectos de municipios y distritos al lado de estudiantes de ambos sexos, campesinos y obreros al lado de líderes sindicales y en último término los curitas de aldea, representantes del clero merideño. Por supuesto hubo personalidades de la política, de la banca y del comercio, así como personas anónimas interesadas en las deliberaciones. Se trataron los mismos temas ya dichos y todos los delegados y observadores tuvieron interesantes intervenciones. Tengo muy presente que en varias de las reuniones cuando se habló del gobernador, se habló de la señora merideña y se habló de la familia, allí estuvo presente una hermana del actual Sr. gobernador del Estado Mérida como participante muy activa.  Las conclusiones fueron redactadas por un grupo de profesionales laicos dirigidos por un sacerdote jesuita y llevadas a Barquisimeto para el Congreso Nacional de desarrollo. ¿Y sabia Ud. amigo Paco, que estas conclusiones fueron muy bien recibidas por los congresantes y de allí salió la proposición de cuestionar a los partidos políticos venezolanos? Qué metida de pata de los curitas merideños! Luego amigo Paco, al reunirse el Congreso Interamericano en Caracas vino un famoso Arzobispo del Brasil llamado Helder Cámara que dio algunas declaraciones por la prensa y en las cuales coincidían exactamente en delatar las injusticias de la América Latina como se atrevieron a hacerlo los curitas merideños. Amigo Paco, la próxima vez no confunda la gimnasia con la magnesia, porque creo que en periodismo ante todo hay que ser muy objetivos y veraz. Nada de influencias ni compadrazgos, porque ante la evidencia de los hechos no hay peor ciego que el que no quiere ver. (16-09-71)

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