jueves, 6 de septiembre de 2018

MONS RAFAEL PULIDO MENDEZ

 MONS RAFAEL PULIDO MENDEZ –EL ARZOBISPO DEL DIALOGO
Pbro Pedro A Moreno U






Va recuperándose lentamente esa lumbrera del episcopado venezolano sostenido por su férrea voluntad de vivir y  su inmenso anhelo de continuar la  labor conciliar de su iglesia. Esos días de arduo trabajo conciliar Mons. Rafael Pulido Méndez soñaba en su iglesia rejuvenecida, evolucionada, adaptada a los tiempos modernos. Incansable en su diaria labor de agiornamiento fue dejando a su paso el suave olor del apóstol comprensivo y de gran caridad... Su arma preferida fue en todo momento el diálogo...
Diálogo eran sus consultas diarias al arzobispo Chacón, como padre e hijo en la tradición de su herencia, admiraba, protegía y defendía a su arzobispo como joya  preciada de la arquidiócesis. No escatimaba desvelos, cuidados y protecciones por la salud del prelado anciano y jamás quiso que después de su renuncia se fuese a incomodar mudándose del palacio  o cambiando su forma tradicional de vida episcopal.

Diálogo estableció con su clero en el gobierno de la arquidiócesis. Ya como arzobispo coadjutor ya como metropolitano Mons. Pulido conquistó el afecto del clero con su manera comprensiva de tratar. Veía en cada sacerdote un hermano; por ello sabía compartir sus alegrías como sus tristezas, sus problemas como sus victorias. Era la práctica del Concilio Vaticano II cuando dice " promuévase en el seno de la iglesia la autoestima, respecto de concordia reconociendo todos los legítimos diversidades para abrir con fecundidad siempre creciente el diálogo entre todos los que integran el único pueblo de Dios, tanto pastores como fieles. “
En privado como en público escuchaba con interés a sus sacerdotes, daba el justo valor a sus opiniones como corresponde a inmediatos colaboradores, jamás actuaba sin el beneplácito de ellos, en ésta forma promovía la mutua estima como primer paso para el diálogo, porque hacía sentir a sus sacerdotes copartícipes del gobierno eclesial; ejemplo de ello, fue la elección directa y secreta del vicario general presbítero Vicente Alarcón en donde el clero merideño ejerció por primera vez quizá en todo Venezuela el derecho de elegir sus autoridades eclesiásticas y luego ser ratificado por el arzobispo metropolitano.



Inspiraba confianza  su visita a cualquier sacerdote porque antes del reproche, sus palabras eran de estímulo, de reconocimiento a su labor, de caridad y comprensión. El impulsivo joven sacerdote encontraba en él, el eco resonante cuando trataba del apostolado moderno o de las reformas potconciliares... El sacerdote maduro y ya anciano tenían en él un hermano docto  que lo entendía. Su actitud episcopal lo inclinaba al diálogo sacerdotal porque en el fondo de su sencillez, conservaba el respeto a la opinión ajena y fomentaba la concordia respetando las legítimas diversidades de criterio... Era el enemigo del secretismo que fomenta la confidencia aduladora, la hipocresía de muchas caras, tal diplomacia poco limpia, pero admiraba la sinceridad de sus sacerdotes, la verdad escueta de sus vidas  entregadas a la labor diaria de su apostolado. Diálogo hizo con su pueblo que lo recuerdan en cada uno de sus actitudes de obispo padre, obispo docto, obispo santo, Los pueblos del Sur guardan perenne la memoria de su pastor que peregrinando con la Virgen de Fátima gastó sus energías en aquellos destierros  de sus sacerdotes que paso a paso fueron haciendo su superación espiritual y material. Ellos sabían de carreteras abiertas a pico y pala al lado de sus sacerdotes que aprendieron la lección social de su arzobispo. Ciudades, pueblo y aldeas de la trasandina y de la panamericana, de  los  páramos  y de los llanos
son testigos de la presencia de Mons. Pulido no precisamente en los momentos de recibir elogios y honores sino a la hora oportuna de prestar un servicio al amigo, a la comunidad... La enfermedad de un sacerdote o sus familiares cercanos, la pena del amigo o la necesidad colectiva lo sacaban del palacio para compartir los afanes con su pueblo... La Universidad de los Andes. Contó en el arzobispo Pulido con el hombre docto, dispuesto a mediar el problema estudiantil, de dialogar en los consejos universitarios. Su  labor de prestigioso universitario caló hondo en las decisiones, marcaban criterios e influía en la marcha normal de los acontecimientos de la máxima casa de estudios. Fue proverbial su caridad con el estudiantado y su atracción consistía en el diálogo entre cristianos y marxistas. Hoy se explican y admiran lo que sólo Mons. Pulido podía hacer en medio de su gravedad del hospital militar, bautizar solemnemente a Casandra la hija de un guerrillero. La juventud es generalmente exaltada, intolerante y la iglesia no había hecho un auténtico diálogo con la juventud como lo realizara Mons. Pulido desde su atención a los estudiantes latinoamericanos en Europa hasta la aprobación de los colegios católicos mixtos asistidos por religiosas como los de la Santa Cruz de Mora y Mons. Silva en Mérida. Diálogo había entablado en el comienzo de su vida  episcopal cuando fuera  nombrado  Administrador Apostólico de  Cumaná  y Guanare.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario