miércoles, 5 de septiembre de 2018

por esos pueblos del sur

 POR ESOS PUEBLOS DEL SUR 
En la década de los cincuenta, los Pueblos del Sur del Estado Mérida vivían una tranquilidad rústica, en parte proveniente de los temores de la dictadura Pérezjimenizta,  en parte por su misma estructura de ser alejados “del mundanal ruido”.
Acostumbrados al liderazgo espiritual del Padre Adonai Noguera , que en cuarenta años de apostolado había trazado caminos y construido capillas, los sacerdotes de entonces sentían la exigencia de sus feligreses en proseguir esta forma de evangelización.
En Guaraque, puerta de los Pueblos del Sur, estaba de párroco el Pbro. Vicente Alarcón, quien proveniente de Mucuchachí se había estrenado en El Morro y Aricagua siguiendo los pasos de Adonai su tutor sacerdotal. El Pbro. Enrique Moreno era párroco de Canaguá y el Pbro. Manuel Barillas  párroco de El Morro, Acequias y Aricagua. Se contaban las jornadas de acaballo por días enteros para atender a los pueblos en sus festividades.

En el año de 1952 cuando el gobierno estadal del Doctor Tálamos abría la trocha para la carretera de Guaraque, un grupo de jóvenes aventureros de la aldea de San Francisco en Tovar,  se propusieron llevar  un Jeep a Guaraque. Luís Sánchez con sus hermanos Ciro y Olinto, Pedro García y Chano Pineda el conductor, se arriesgaron con un jeep de medio uso comprado a una viuda en Zea y sin  mucha ayuda entraron el 3 de diciembre de 1952. 

víspera de Santa Bárbara patrona de Guaraque. Estuvieron dándole vueltas al pueblo varios días y cobraban cinco bolívares por la carrerita de punta a punta del pueblo.
Un arriero de mulas de nombre Ramón Rodríguez les llevaba cargas de gasolina gratis en sus mulas para después pasear en el pueblo. Hubo ocasiones en que señoras del campo pagaban hasta quinientos bolívares por un paseo por el pueblo. Unos novios se dieron el lujo de que los condujeran en jeep desde la iglesia hasta su casa con la consabida fanfarria. Entre tanto le salió comprador al jeep y Luís Sánchez después de llevarlo por varias aldeas cercanas de buen camino se lo vendió a Pacomio Ramírez por treinta y una reses y mil cien bolívares en plata. Fue entonces cuando el Padre Alarcón entró en acción para promover convites y arreglar el camino hacia Tovar con el entusiasmo de sacar el jeep de Pacomio.
 Los guaraqueros respondieron y en poco tiempo salieron a Tovar estableciendo así la primera comunicación de vehículo automotriz entre Guaraque y Tovar.
El entusiasmo se cundió por las comunidades de Río Negro, Capurí, Mesa Quintero, donde fue entrando en la misma forma de convite especialmente en tiempo de verano.
El reemplazo del Padre Adonai Noguera en Mucuchachi fue el Pbro. Deogracias Corredor Rojas,  párroco de La Azulita, durante cincuenta y cuatro años consecutivos.
Durante siete años asistió el P Corredor la población de Mucuchachi Ejido y así una y otra vez, establecer  las comunicación entre ambas poblaciones. Boanerges sustituyó a Eustorgio Rivas en Canaguá, donde en 1954 había llevado el primer jeep por la vía de Santa Cruz de Mora.y se dedicó especialmente a la construcción del templo. En aquel entonces una paca de cemento en Mérida costaba cinco bolívares y el flete de llevada a los pueblos del sur valía veinte bolívares. La cabilla tenía todo un proceso de enrollarla para ponerla en la carga y al llegar desenrollarla para construir. Ante estas dificultades se atrevió a pedirle una ayuda al gobernador del Estado Mérida para arreglar el camino de las González hasta Mucutuy. Le dieron cinco mil bolívares con lo que empezó hasta San José de Acequias y luego entusiasmó a Mario y Eccio Valery para subir en jeep a los pueblos del sur. La aventura se realizó en el mes de abril de 1953 llegando hasta Tierra Negra donde los atajó un fuerte aguacero que se llevó la carretera arreglada. De no haber sido cambiado ese año el Padre Corredor a la población de la Azulita, ciertamente hubiese llevado el jeep a Mucutuy como lo hizo al poco tiempo el Pbro. Crescencio Parra. A su tiempo Boanerges Uzcategui en la población de El Morro subió con un jeep por el camino de Ejido y tardó tres días con la ayuda de los vecinos. Luego en convites fueron arreglando los pasos malos, como decían los campesinos, para devolverlo otra vez a Ejido así una y otra vez, establecer  las comunicación entre ambas poblaciones. Boanerges sustituyó a Eustorgio Rivas en Canaguá, donde en 1954 había llevado el primer jeep por la vía de Santa Cruz de Mora.
El Pbro. Alejandro Arias en Pueblo Nuevo y el Pbro. Pedro A Moreno U, en las poblaciones de Aricagua y Acequias por los años 1959 y 1960. Así fue la década de los cincuenta en los Pueblos del Sur, finales de la dictadura y comienzo de la democracia. En boca de los protagonistas andan las historias menudas que ya se han convertido en cuentos y que poco a poco quedan escritas en artículos y libros para la verdadera historia de esos Pueblos del Sur. Testimonio de ello están las páginas de El Vigilante, periódico que por 45 años dirigiera el Pbro. Eccio Rojo Paredes y como vocero de la arquidiócesis reseñaba las hazañas de los sacerdotes dando estimulo y orientando a la ciudadanía merideña donde se hablaba de curas sin sotana, curas revolucionarios, curas progresistas, curas locos o cosas similares y según los comentarios callejeros actuaban contra el gobierno.
 Así, algunos sufrieron amenazas con la excusa de temerarios en esos trabajos, otros arrestos domiciliarios por no participar a la autoridad y los mas la negativa de ayuda. 
El Pbro. Alejandro Arias en Pueblo Nuevo y el Pbro. Pedro A Moreno U, en las poblaciones de Aricagua y Acequias por los años 1959 y 1960. Así fue la década de los cincuenta en los Pueblos del Sur, finales de la dictadura y comienzo de la democracia. En boca de los protagonistas andan las historias menudas que ya se han convertido en cuentos y que poco a poco quedan escritas en artículos y libros para la verdadera historia de esos Pueblos del Sur. Testimonio de ello están las páginas de El Vigilante, periódico que por 45 años dirigiera el Pbro. Eccio Rojo Paredes y como vocero de la arquidiócesis reseñaba las hazañas de los sacerdotes dando estimulo y orientando a la ciudadanía merideña donde se hablaba de curas sin sotana, curas revolucionarios, curas progresistas, curas locos o cosas similares y según los comentarios callejeros actuaban contra el gobierno.
Así, algunos sufrieron amenazas con la excusa de temerarios en esos trabajos, otros arrestos domiciliarios por no participar a la autoridad y los mas la negativa de ayuda.


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