En la
década de los cincuenta, los Pueblos del Sur del Estado Mérida vivían una
tranquilidad rústica, en parte proveniente de los temores de la dictadura Pérezjimenizta, en parte por su misma estructura de ser
alejados “del mundanal ruido”.
Acostumbrados
al liderazgo espiritual del Padre Adonai Noguera , que en cuarenta años de
apostolado había trazado caminos y construido capillas, los sacerdotes de
entonces sentían la exigencia de sus feligreses en proseguir esta forma de
evangelización.
En Guaraque, puerta
de los Pueblos del Sur, estaba de párroco el Pbro. Vicente Alarcón, quien
proveniente de Mucuchachí se había estrenado en El Morro y Aricagua
siguiendo los pasos de Adonai su tutor sacerdotal. El Pbro. Enrique Moreno era párroco de Canaguá y el
Pbro. Manuel Barillas párroco de El Morro, Acequias y Aricagua. Se
contaban las jornadas de acaballo por días enteros para atender a los pueblos
en sus festividades.
En el año de 1952 cuando el gobierno estadal del Doctor Tálamos abría la trocha para la carretera de Guaraque, un grupo de jóvenes aventureros de la aldea de San Francisco en Tovar, se propusieron llevar un Jeep a Guaraque. Luís Sánchez con sus hermanos Ciro y Olinto, Pedro García y Chano Pineda el conductor, se arriesgaron con un jeep de medio uso comprado a una viuda en Zea y sin mucha ayuda entraron el 3 de diciembre de 1952.
víspera
de Santa Bárbara patrona de Guaraque. Estuvieron dándole vueltas al pueblo varios días y cobraban
cinco bolívares por la carrerita de punta a punta del pueblo.
Un
arriero de mulas de nombre Ramón Rodríguez les llevaba cargas de gasolina
gratis en sus mulas para después pasear en el pueblo. Hubo ocasiones en que
señoras del campo pagaban hasta quinientos bolívares por un paseo por el
pueblo. Unos novios se dieron el lujo de que los condujeran en jeep desde la
iglesia hasta su casa con la consabida fanfarria. Entre tanto le salió
comprador al jeep y Luís Sánchez después de llevarlo por varias aldeas cercanas
de buen camino se lo vendió a Pacomio Ramírez por treinta y una reses y mil cien bolívares en plata.
Fue entonces cuando el Padre Alarcón entró en acción para promover convites y
arreglar el camino hacia Tovar con el entusiasmo de sacar el jeep de Pacomio.
Los guaraqueros respondieron y en poco tiempo
salieron a Tovar estableciendo así la primera comunicación de vehículo
automotriz entre Guaraque y Tovar.
El
entusiasmo se cundió por las comunidades de Río Negro, Capurí, Mesa
Quintero, donde fue entrando en la misma forma de convite especialmente en
tiempo de verano.
El
reemplazo del Padre Adonai Noguera en Mucuchachi fue el Pbro. Deogracias Corredor Rojas, párroco de La Azulita, durante cincuenta y
cuatro años consecutivos.
Durante
siete años asistió el P Corredor la población de Mucuchachi Ejido y así una y otra
vez, establecer las comunicación entre
ambas poblaciones. Boanerges sustituyó a Eustorgio Rivas en Canaguá, donde en 1954 había llevado el primer jeep por la vía de
Santa Cruz de Mora.y se
dedicó especialmente a la construcción del templo. En aquel entonces una paca
de cemento en Mérida costaba cinco bolívares y el flete de llevada a los
pueblos del sur valía veinte bolívares. La cabilla tenía todo un proceso de
enrollarla para ponerla en la carga y al llegar desenrollarla para construir.
Ante estas dificultades se atrevió a pedirle una ayuda al gobernador del Estado
Mérida para arreglar el camino de las González hasta Mucutuy. Le
dieron cinco mil bolívares con lo que empezó hasta San José de Acequias y luego
entusiasmó a Mario y Eccio Valery para subir en jeep a los pueblos del sur. La aventura
se realizó en el mes de abril de 1953 llegando hasta Tierra Negra donde los
atajó un fuerte aguacero que se llevó la carretera arreglada. De no haber sido
cambiado ese año el Padre Corredor a la población de la Azulita, ciertamente
hubiese llevado el jeep a Mucutuy como lo hizo al poco tiempo el Pbro. Crescencio Parra. A su
tiempo Boanerges Uzcategui en la
población de El Morro subió con un jeep por el camino de Ejido y tardó tres
días con la ayuda de los vecinos. Luego en convites fueron arreglando los pasos
malos, como decían los campesinos, para devolverlo otra vez a Ejido y así una y otra vez, establecer las comunicación entre ambas poblaciones. Boanerges sustituyó a Eustorgio Rivas en Canaguá, donde en 1954 había llevado el primer jeep por la vía de Santa Cruz de Mora.
El Pbro. Alejandro Arias en Pueblo Nuevo y el Pbro. Pedro A Moreno U, en las poblaciones de Aricagua y Acequias por los años 1959 y 1960. Así fue la década de los cincuenta en los Pueblos del Sur, finales de la dictadura y comienzo de la democracia. En boca de los protagonistas andan las historias menudas que ya se han convertido en cuentos y que poco a poco quedan escritas en artículos y libros para la verdadera historia de esos Pueblos del Sur. Testimonio de ello están las páginas de El Vigilante, periódico que por 45 años dirigiera el Pbro. Eccio Rojo Paredes y como vocero de la arquidiócesis reseñaba las hazañas de los sacerdotes dando estimulo y orientando a la ciudadanía merideña donde se hablaba de curas sin sotana, curas revolucionarios, curas progresistas, curas locos o cosas similares y según los comentarios callejeros actuaban contra el gobierno.
Así, algunos sufrieron amenazas con la excusa
de temerarios en esos trabajos, otros arrestos domiciliarios por no participar
a la autoridad y los mas la negativa de ayuda.
El Pbro. Alejandro Arias en Pueblo Nuevo y el Pbro. Pedro A Moreno U, en las poblaciones de Aricagua y Acequias por los años 1959 y 1960. Así fue la década de los cincuenta en los Pueblos del Sur, finales de la dictadura y comienzo de la democracia. En boca de los protagonistas andan las historias menudas que ya se han convertido en cuentos y que poco a poco quedan escritas en artículos y libros para la verdadera historia de esos Pueblos del Sur. Testimonio de ello están las páginas de El Vigilante, periódico que por 45 años dirigiera el Pbro. Eccio Rojo Paredes y como vocero de la arquidiócesis reseñaba las hazañas de los sacerdotes dando estimulo y orientando a la ciudadanía merideña donde se hablaba de curas sin sotana, curas revolucionarios, curas progresistas, curas locos o cosas similares y según los comentarios callejeros actuaban contra el gobierno.
El Pbro.
Alejandro Arias en Pueblo Nuevo y el Pbro. Pedro A Moreno U, en las poblaciones
de Aricagua y
Acequias por los años 1959 y 1960. Así fue la década de los cincuenta en los
Pueblos del Sur, finales de la dictadura y comienzo de la democracia. En boca
de los protagonistas andan las historias menudas que ya se han convertido en
cuentos y que poco a poco quedan escritas en artículos y libros para la
verdadera historia de esos Pueblos del Sur. Testimonio de ello están las
páginas de El Vigilante, periódico que por 45 años dirigiera el Pbro. Eccio Rojo
Paredes y como vocero de la arquidiócesis reseñaba las hazañas de los
sacerdotes dando estimulo y orientando a la ciudadanía merideña donde se
hablaba de curas sin sotana, curas revolucionarios, curas progresistas, curas
locos o cosas similares y según los comentarios callejeros actuaban contra el
gobierno.
Así, algunos sufrieron amenazas con la excusa
de temerarios en esos trabajos, otros arrestos domiciliarios por no participar
a la autoridad y los mas la negativa de ayuda.
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