RAFAEL
CALDERA Y PULIDO MENDEZ
En la develación de la estatua de
Mons. Rafael Pulido Méndez, hace algunos años en la ciudad de Mérida, el Dr.
Rafael Caldera rememoraba su amistad con el tercer Arzobispo merideño, y en el
discurso contaba con gracia cómo lo llamaba “Tocayo” y que en su familia le
decían “Rafucho”, y era todo un gran cariño para sacerdotes y fieles. Mons.
Pulido Méndez era el candidato de Caldera para Cardenal; fue diputado por COPEY
a la Constituyente ,
asistió a su consagración como Obispo de Maracaibo, a su entierro como
Presidente de la Republica ,
y lleva su nombre una Parroquia por orden del Consejo Legislativo, Mons. Pulido
Méndez liderizó toda una corriente
eclesial en Venezuela y Latinoamérica. Pertenecía a la Comisión Conciliar
sobre Planificación Familiar. Practicaba las reformas conciliares con su
sencillez episcopal y el avance en la justicia. La Universidad de Los
Andes le confirió el Doctorado Honoris
Causa por la Escuela
de Forestal en gratitud de su apoyo en el pueblo. En las visitas
pastorales a los pueblos de la
panamericana daba normas a los
sacerdotes para que en la confesión pusiese siembra de árboles en vez de Padrenuestro por
penitencia.
Era hombre emprendedor y liberal; por ello recomendaba en
las consultas que actuaran y después avisaran. En el Gobierno de Caldera desde la Casa Parroquial de
Montalbán en Ejido, donde estaba convaleciente de su enfermedad, se quejaba con el Gobernador porque no atendía a
los sacerdotes como los adecos.
El Presidente Caldera y Doña Alicia aparecen siempre como
modelo matrimonial, de convicciones profundamente católicas. Su partido,
inspirado en la doctrina social de la Iglesia , no pudo realizar grandes obras a favor
de la institución eclesial, por no tener mayoría en el Congreso. Lo más bello de su programa fue la promoción humana,
que no tuvo éxito .Sin embargo, su objetivo de pacificar el país fue bien
acogido por la izquierda .Recuerdos imperecederos del gobierno copeyano
serán el Poliedro y el Museo de los Niños.
Desde este ángulo de la provincia, la población venezolana sigue admirando a
Caldera como el gran estadista, como el hombre, orgullo del país,
que nos da prestigio en el mundo de las letras, de la política y de la Iglesia.. .
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